En esta primera entrega de la Columna (A), una pareja de arquitectos hondureños nos presenta, bajo el nombre singular de su firma: Brucho, una historia de arquitectura y de terror, o más bien de aquel terror que nace desde la arquitectura. Aprovechando, claro está, la ocasión de Halloween.
Después de todo, ¿quién no guarda una anécdota sobre la casa fea y embrujada del barrio o la cuadra?
Por BRUCHO.
Cuenta la leyenda que los hermanitos Martínez una vez se aventuraron a saltar el muro de esa casa vieja y nunca mas los volvieron a ver. Allá por aquellos entonces corrían los años noventa y atrás de mi escuela existía el rumor que en aquella casa pequeña de esquina vivía una bruja.
Esa casa la recuerdo cabal, mi mente no la olvida, cada vez que me llevaban a la escuela en las mañanas pasábamos cerca. La tenía hasta en mis sueños. Imaginaba aquel portal de madera que se alzaba sobre la calle sobre dos escalones de cemento rústico y del cual colgaba una cortina floreada de tela bastante lavada y semi transparente.
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Al fondo yo veía siluetas encorvadas caminar por detrás. Pensaba que me mantenía a salvo aquella puertecita a media altura hecha de reglas de madera a manera de barrotes dispuestos en forma vertical que en algún momento estuvieron pintados; bueno, esa puertecilla-baranda siempre estaba cerrada. La casa era pequeña pero a mis ojos imponente. El techo reflejaba una ventana que aparecía de en medio como una buhardilla, imaginaba que tenia alguna especie de ático tenebroso… ¿Cómo no?, si la ventana no era más que una tela metálica con miles de capas de polvo, hacia dentro se veía negro.
Los aleros de esos techos con zinc café ya oxidado por los años eran inmensos. Entre el cielo raso siempre habían unos agujeros tapados con telas metálicas que estaban rotas y de donde siempre veía salir algún bicho raro, murciélagos, búhos, iguanas.
Las paredes de tablas entrepuestas unas sobre otras tipo botagua eran de color café tostadas por el sol. Esa casa crujía en las mañanas y crujía en las tardes con el pasar de las temperaturas.
Pero, ¿qué sabia yo?
Yo tenía miedo, nadie nunca salió de ese portal, nadie nunca se asomó por la ventana del techo, nadie vio a la bruja pero los cuentos corrían. Una tarde una pelota de fútbol fue a dar al patio de la casa de la bruja… Los presentes vieron alejarse la pelota para nunca más volver, nadie se atrevió a acercarse siquiera.
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Es muy probable que esta sea mi primera interacción con la arquitectura. Me pasaba los minutos del recreo observando cada detalle de aquella casa, me sabía de memoria esas tablas, me intrigaba la oscuridad de sus vanos. Hoy en día no le tengo miedo y desearía que fuera una casa protegida por el casco histórico y no una pulpería con el rótulo de la Loto en su fachada.
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En el 2607 de Glendower avenue sobre una colina de Griffith Park se levanta la Casa Ennis, una de las casa mas famosas del séptimo arte donde se han desarrollado películas como House on Hounted Hill de Vincent Price, que relata la historia de un Millonario que organiza una fiesta a pedido de su esposa, invitando a 5 desconocidos a la mansión, donde les promete $10,000 a cada uno si logran pasar la noche.
Esta obra diseñada por el arquitecto Frank Lloyd Wright en los años 20`s ha sido como una píldora para Hollywood. El director David Lynch filmo la serie Twin Peaks y su película Mulholland; esta casa paso a la historia gracias a la película Blade Runner del director Ridley Scott de 1982. Y esta es su patata por el largo post.