Hamás perpetró un ataque contra Israel el 7 de octubre, que dejó más de 1.400 muertos, 5.400 heridos y 241 rehenes -la mayoría civiles- marcando el inicio de la guerra.

Desde entonces, el Ejército israelí ha bombardeado sin tregua el enclave palestino, donde ya suman más de 9.250 los muertos y 23.000 heridos, la mayoría niños y mujeres.

Desde el inicio de la escalada y argumentando motivos de seguridad, Israel ordenó a los civiles que habitan en el norte del estrecho enclave evacuar hacia el sur, provocando el desplazamiento de unos 1,5 millones de gazatíes -más de la mitad de la población total- en medio de una grave escasez de combustible.

Sin embargo, las fuerzas israelíes han seguido bombardeando la parte meridional de la Franja, donde las condiciones de vida para los gazatíes son cada vez más críticas por el hacinamiento, el colapso de los hospitales y la escasez de agua potable, alimento, medicinas y electricidad.