viernes, junio 2, 2023

CONTRACORRIENTE: Plan de seguridad

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Por: Juan Ramón Martínez

Es una buena noticia saber que el gobierno tendrá un plan de seguridad. Creíamos que lo tenían, bien definido, antes del 27 de enero del 2021. Aparentemente no. Hasta ahora anuncian, que tienen uno. Vaya pues. Celebrémoslo y perdonémosles que, en este año y meses transcurridos, hayan actuado, a la deriva, improvisando; y haciendo cada quien, lo que puede. O respondiendo a la actividad de los delincuentes que, según los indicios, mantienen la iniciativa. Por ello, crímenes mediáticos muy relevantes, que en su momento estremecieron la opinión pública, no han sido esclarecidos; y, el problema es que creen que el olvido de los hondureños, es una forma pasiva de celebrarles sus incompetencias. Para que no crean en tal mentira, nos permitimos recordarles que nos deben explicaciones sobre tres delitos nada más, porque no les podemos pedir mucho: la muerte de los cuatro jóvenes de la discoteca en el Edificio Morazán, del boulevard del mismo nombre; la desaparición de la joven empleada de la Cooperativa de Intibucá y las causas de la muerte de tres reclutas que fallecieron el primer día de su presentación a filas en la Policía Nacional. Nos merecemos una explicación, para confirmar que, en realidad, nuestras vidas y bienes, están en manos de una institución policial, dirigida por personas competentes y dedicadas a su labor.

Veamos el plan. No tiene nada nuevo que, no hayamos oído. Vuelve a la estrategia del pasado: comprometer a las Fuerzas Armadas en tareas policiales -de cara a la incompetencia de la Policía para cumplirlas-, integración ordenada y sistemática, entre las fuerzas seguridad, los fiscales y los jueces que, en el pasado se conoció como Fusina; y, cierta disminución de la confrontación, disputando espacios territoriales, entre la Policía y los militares. Fuera de esto, no hay nada significativo que señalar.

Las debilidades del plan, son enormes. Algunas incluso, infantiles. No tienen una visión clara del problema. Más bien siguen, tras de los delincuentes, manejando estos la iniciativa; y la Policía y las Fuerzas Armadas reaccionando. En lo primero, pasan por alto algunas consideraciones elementales que hace algunos años manejaba el director de la Policía; pero que ahora en el cargo, ha pasado por alto. La primera de ellas, es la dimensión múltiple de la delincuencia que se incrementa en la medida en que crece la población, disminuyen los controles sociales y se rompen las relaciones entre la ciudadanía y las autoridades. Además, en este aislamiento, para los policías, todos los ciudadanos estamos bajo sospecha. Y para nosotros, en cada policía, hay un uniformado distante en el que, no se puede confiar. Mejor, distantes que cercanos. Y finalmente, los estrategas olvidan los efectos de la crisis económica, los daños psicológicos de la pandemia, el crecimiento del clima de odio y sospecha que nos tenemos los hondureños entre sí; y, la ausencia de un discurso que apele a la unidad nacional, al respeto de la vida, las ventajas de la tolerancia y la discusión civilizada para resolver las diferencias. Nada de esto se toma en cuenta en el plan que comentamos. Más bien, pareciera que el olvido, tiene como finalidad, en este sentido, justificar que la Presidencia de la República, no maneja un discurso de fraternidad, amor y respeto, sino que más bien propicia la polarización, la división del pueblo y los otros -sus enemigos-; y, la admisión que, frente a sus debilidades, hay que acudir al “matoneo” olanchano del pasado, a la justicia en nuestras propias manos y en la venganza bíblica. La ley del talión.

Finalmente, hay algunos problemas estructurales que el plan no considera siquiera en su mínima expresión. Pasan por alto que la delincuencia individual, es móvil y dispersa. Lo mismo que la organizada, está formada por pequeñas unidades, con buenos sistemas de información. Y que, se mueven con enorme facilidad. En cambio, la Policía está centralizada, sin vinculación operativa y subordinación con las autoridades municipales; y, con una rotación muy alta de sus oficiales que, impiden la vinculación con la ciudadanía. Y finalmente, que la educación policial, no ha sido revisada en forma profunda y creativa. Al grado que el contenido de la misma, fuera de la violencia con la que reciben a sus reclutas, nada se conoce. Por ello creemos, el Plan no dará resultados. Es más, de lo mismo. Simple repetición.

ed18conejo@yahoo.com

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