Por
Evan Ellis
Conocí a Fernando Villavicencio Valencia, era un buen hombre, impulsado por la pasión de denunciar la corrupción endémica de alto nivel en Ecuador, sin importar a quién ofendiera, o cuántos enemigos se hiciera en el proceso.
El libro de Fernando proporcionaba datos detallados sobre cómo las élites vinculadas al régimen populista antiestadounidense de Rafael Correa en Ecuador habían obtenido millones de dólares en sobornos y ganancias ilícitas de negocios turbios con empresas chinas en los sectores del petróleo, la energía y otros, y su posterior trabajo sobre la corrupción vinculada a China en Ecuador The Petroleum Holiday, configuraron profundamente mi pensamiento sobre los trágicos resultados que se producen cuando empresas con sede en la República Popular China y bien dotadas de recursos, abiertas a conferir “beneficios personalistas”, participan en negocios poco transparentes con gobiernos corruptos y politizados cuyas políticas han eliminado opciones más atractivas.
Fernando fue perseguido por el régimen de Correa por lo que denunció. En 2014, un tribunal ecuatoriano le condenó a 18 meses de cárcel por insultar al presidente, lo que le obligó a esconderse en la Amazonía ecuatoriana. En 2016, otra orden de encarcelamiento por revelar públicamente correos electrónicos de Correa que había obtenido subrepticiamente, le obligó a huir a Perú hasta la salida de Correa de la Presidencia en 2017.
Tras su persecución por parte de Correa, fue oportuno que Villavicencio fuera elegido miembro de la Asamblea Nacional en mayo de 2021, tras la salida de Correa, y llegara a ocupar el cargo de jefe de su comisión anticorrupción.
La cruzada anticorrupción de Fernando le había llevado a acusar a 21 candidatos a las elecciones locales de Ecuador de febrero de 2023 de vínculos con el narcotráfico. Pocos días antes de su asesinato, Villavicencio hizo públicas unas fotos en las que se asociaba a Raisa Vulgarín, candidata a las legislativas por el partido Revolución Ciudadana de Rafael Correa, con Nicolás Petro, el hijo del Presidente de Colombia, que está cooperando con las autoridades colombianas tras ser descubierto recibiendo dinero de narcotraficantes.
En los días previos a su asesinato, una encuesta de Cedatos situaba a Fernando en el segundo puesto de la carrera, con el 13% de los votos, por detrás de Luisa González, con el 27%. Por tanto, tenía muchas posibilidades de llegar a la segunda vuelta, en la que el hecho de que Villavicencio se centrara en la corrupción del gobierno de Correa y los vínculos de González con el ex Presidente probablemente le habrían dado una oportunidad real de ganar.
La senadora ecuatoriana Luisa González, estrechamente vinculada a Rafael Correa, se beneficia de la “desaparición” de Fernando y de su batería de declaraciones sobre la corrupción y prevaricación del Padrino populista en el exilio, al que llamó “el prófugo” por su huida a Bélgica para evitar su encarcelamiento en Ecuador, y cuyo legado González desea continuar.
El resultado de las elecciones presidenciales de Ecuador tendrá una importancia estratégica para la región. El país es uno de los tres únicos que quedan en Sudamérica con gobiernos de centro-derecha dispuestos a colaborar con Estados Unidos en grandes cuestiones estratégicas.
La vuelta al poder del movimiento “Revolución Ciudadana” de Correa, o de candidatos vinculados financiera o ideológicamente a él, complementaría la consolidación del poder de los regímenes autoritarios antiestadounidenses de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Honduras y Cuba, el giro hacia políticas más radicales y favorables a China de los regímenes de Brasil, Honduras y otros, para erosionar profundamente la influencia de Estados Unidos en la región a la que estamos íntimamente ligados por lazos geográficos, comerciales y familiares.
Al observar la tragedia que se está desarrollando en América Latina en los últimos años, como el de Rafael Correa donde hacen negocios con China en acuerdos poco transparentes y politizados en los que sólo salen ganando las élites populistas que firman los acuerdos y sus contrapartes chinas.