Esta artículo de opinión lo ha compartido con nosotros una defensora de los Derechos Humanos que ha preferido mantenerse en el anonimato.
Análisis de un reportaje de TVC, donde es increíble la cantidad de ignorancia respecto a la violencia contra las mujeres en tan corto tiempo.
La periodista Ana Gabriela Rivera, inicia exponiendo que no existe manual alguno donde se especifique como debe ser el trato que se debe dar a una mujer y el comportamiento que precisamos de la sociedad en su conjunto para vivir libres de violencias…
Tras una rápida valoración, le informamos qué existe:
- La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer.
- La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer
- Plan de Igualdad y equidad de género de Honduras
- Y numerosos artículos tanto en la constitución de la república donde se nos atribuyen la misma garantía de derechos a hombres y mujeres y sanciones en el código penal por violencia sexual, hostigamiento (acoso sexual), violencia sexual, también una ley especial contra la violencia doméstica con sus respectivos juzgados y fiscalías correspondientes.
Los tiempos han cambiado y vivimos en una sociedad machista. Coincidimos en que han cambiado los tiempos pero en un aumento intenso de la brutalidad, porque Honduras tiene serios retos en erradicar el machismo, una cultura patriarcal y la misoginia que se manifiesta en agresiones sexuales a niñas, adolescentes y mujeres y que no sólo es visible en las acciones cotidianas de violencia que las mujeres experimentamos en la casa, en la calle, en nuestros centros laborales. Esta violencia se legitima, reproduce y se socializa en la acción misógina del Estado, organizaciones que siguen en su afán de ignorar y desechar nuestras necesidades más vitales y se revela a través de la carencia de acciones desde las instituciones encargadas de velar por nuestros derechos, la impunidad en Honduras alcanza niveles alarmantes, no se garantiza el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y eso lo propician desde mensajes de Casa Presidencial en contubernio con la élite eclesial más invasiva e inhumana, el Ministerio de Salud, el Congreso Nacional y el poder judicial.
Estamos hartas de experimentar nuestras necesidades como lemas de campaña, como propuestas vacías de instituciones interesadas en prolongar un sistema que utiliza los cuerpos de las mujeres para beneficio propio. Según el psiquiatra “Javier Uclés” a los hombres les hace falta serenidad, inteligencia, ponderación, respeto y valores porque una persona con estas “debilidades” y que consuma drogas es un animal, una bestia y un asesino. Ósea que el “ilustradísimo” reduce a la calidad de animal sin criterio a una persona que violenta a las mujeres, lo expone como algo que no pasa de forma consciente, sino en su forma más primitiva, salvaje, en fin “inevitable”.
Pero no pasa nada, TVC nos afirma que no todo está mal, nos pone el buen ejemplo del ciudadano Mario Martínez, un hombre con “principios” bien definidos, para tal razón él afirma que sólo le dice a las mujeres lo hermosa que son, lo bien que se miran y lo bello que son las mujeres hondureñas.
Presentando el acoso callejero como un “halago”, como algo digno de ser escuchado, como algo inofensivo, como si las mujeres nos gustara recibir comentarios sobre nuestro cuerpo, apariencia y belleza de parte de extraños en las calles.
Marcia Portillo, una capitalina, dice que eso dependerá de cómo las mujeres van vestidas, mientras las tomas de fondo desborda un desfile de caderas, traseros y escotes, ella sostiene que a veces “faltan modales”, lo que nos muestra que para esta joven el acoso callejero, es justificable por el tipo de ropa que vistas y se ve en su sonrisa como se normaliza esta conducta entre las más jóvenes.
La periodista, dice que podríamos estar rodeados de agresores sexuales, le recomendamos que vea las estadísticas de violencia sexual en Honduras, que son sólo la punta del iceberg de las víctimas que rompen el silencio y han tenido acceso a interponer alguna denuncia, se hace una caracterización a priori del agresor sexual.
Para cerrar con broche de oro la periodista afirma que a las mujeres nos gustan los “halagos” siempre y cuando haya respeto.
Debería empezar en primer lugar a llamar las cosas por su nombre. Investigar antes de hacer una nota de prensa y empezar ese duro camino por asimilar que los medios de comunicación corporativos tienen una buena carga de responsabilidad ética y periodística en cuestionar todas las formas de poder que hacen posible la violación de los derechos de las mujeres.