Por Walter Romero
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Una anécdota cuenta que un hombre va a la iglesia y ora: “Dios, necesito una oportunidad. Necesito ganar la lotería. Cuento contigo, Dios.» Sin ganar la lotería, el hombre regresa a la iglesia una semana después y ora de nuevo: “Dios, acerca de la lotería… he sido bueno con mi esposa. He dejado de beber. He sido un buen padre. Dame una oportunidad. Permite que gane la lotería».
Una semana después, sin haber ganado, vuelve a pedir una vez más: “Dios, parece que no me estoy comunicando contigo acerca de este asunto de la lotería nacional. Dios, dame una oportunidad. Que gane la lotería.”
De pronto se abre el cielo, y mientras una luz blanca irradia el lugar, se escucha una voz profunda que dice: “Hijo mío, ¡dame una oportunidad! ¡Compra un billete de lotería!”
William Gladstone, exprimer ministro de Gran Bretaña dijo: «Nadie ha llegado a ser excelente o bueno, excepto a través de muchos y grandes errores».
Muchas personas se abstienen de actuar por miedo al fracaso. Quienes logran el éxito, por otra parte, se dan cuenta de que el fracaso es parte importante del proceso de aprendizaje. Saben que el fracaso solo es una forma de aprender por el sistema de prueba y error. Es tiempo de dejar de tenerle miedo al fracaso, hay que estar dispuestos a fracasar, ya que este fracaso es el que nos hace avanzar. Comience, equivóquese, preste atención a lo que no hizo bien, corríjalo y siga adelante tras su meta.
Tiene que estar dispuesto a actuar a pesar del miedo, la duda, o cualquier obstáculo o incertidumbre, cuando sienta esas cosquillas o pesadez en el estómago, quiere decir que está saliendo de su zona de comodidad, y querrá no sentir esa sensación, así que decidirá que lo mejor es no enfrentar el problema.
Recuerdo la primera vez que decidí vencer el miedo a hablar en público y di la primera conferencia sobre finanzas, todo mi cuerpo temblaba, no quería hacerlo. Estaba súper nervioso, mi mente me decía que no hablara, que lo haría mal, que iba a hacer el ridículo, que lo mejor era mantenerme haciendo otras actividades.
Pero yo sabía que si vencía o controlaba al gigante del miedo a hablar en público pasaría a otro nivel. Así que comencé a practicar los temas a disertar, leí los libros necesarios sobre cómo ser un buen orador, cómo controlar el stress, cómo controlar los nervios, y luego planifiqué la fecha de mi primera conferencia.
Cuando llegó el día de hacerlo, ya instalado el auditorio con más de 50 personas, antes de iniciar fui al baño como 10 veces, me paraba y luego me sentaba, decidía que iba a iniciar pero luego pensaba aún no, falta esto y aquello, hasta que decidí, respiré profundo, dije en silencio señor Jesús dame las fuerzas para hablar y respáldame.
Entonces comencé a impartir el seminario, para mi sorpresa, la gente quedó fascinada, lo hice, sentía mi pecho grande, quería seguir dando más conferencia, estaba en otro nivel.
Usted también lo puede hacer, puede iniciar ese negocio, puede pedir ese aumento, puede invitar a salir a esa persona que le gusta, puede vender ese producto o servicio, etc.
No permita que nada lo haga sentir pequeño, usted es grande, usted nació para dejar un legado, tiene que saber que hay algo grande en su futuro.
Identifique qué lo está parando y crezca de forma tal que se convierta más grande que sus problemas, véase en el espejo y dígase que usted es un hombre de mentalidad grande, que es más grande que sus problemas y que Dios está con usted dondequiera que va y nadie puede contra Dios, es tiempo que no le temas a nada, es tiempo que uses tu fe para resolver problemas más grandes.